martes, 10 de abril de 2012

Fabián Mauri, un distinto



Fabián Mauri y el autor del blog en el Cerro Catedral, octubre de 1976

El día que mataron a Ringo Bonavena en Nevada y Víctor Emilio Galíndez le ganó una dramática pelea por el título mundial a Richie Kates en Johannesburgo el reportero gráfico e intelectual Fabián Mauri casi muere asfixiado por el gas de una estufa en su pieza de Quilmes Oeste, fue el 22 de Mayo de 1976.
El solía bromear con que eran demasiadas efemérides para una sola jornada y pudo contar el cuento. Desconozco si le agradará la definición en boga de "fotoperiodista", pero su integridad conceptual amerita tal condición. Fabián, desde pibe, fue lo que en los deportes se define como un distinto, esa adjtivación le calza perfecto. Como tal, años después, Mauri recorrió el mundo, ilustró acontecimientos, recibió la furia de John Mc Enroe -sólo por tomarle alguna foto- y estuvo en mundiales de fútbol, cito alguna de sus huellas. Mauri creció dejando enseñanzas y así continúa sus días.
Alguna vez, cosas de chicos, me hizo llorar con bromas pesadas, pero  “desatormentándome” digo que esa circunstancia muere aquí y ahora. Lo relevante es que Fabián, el hijo del "Hueso" Mauri un zaguero del Quilmes Atlético Club que fue suplente de Pedro Dellacha, leía y recitaba de memoria a Jacques Prevert cuando otros nos jactábamos de saber quién era el “4” de Villa Dálmine. Y ser un distinto lo asumió hasta en su "look", nos graduamos de peritos mercantiles en diciembre de 1976 y contra toda la “prolijidad” que la dictadura cívico-militar exigía en la calle o lugares de reunión, Mauri apareció en la fiesta de egresados con traje y botitas de gamuza. 
Todo un símbolo. ¡Y le quedaban bien! Era su ventaja exclusiva, cualquier otro hubiera plasmado el ridículo. Buen jugador de fútbol, idóneo al tocar el bajo, incursionó en el rugby como hooker del CUQ y de uno de los peores seleccionados escolares quilmeños, el Ausonia.
Pero Mauri siempre obligaba al comentario de terceros: “qué  bien juega el de rulitos!”
Para la tropa que veía/veíamos la realidad según lo decidían los medios (marcando agenda y olvido) Fabián fue letal. Sacaba kilómetros de ventaja, sin necesidad de internet o teléfono celular, eran tiempos de vinilo, tinta y papel. Algunas referencias sobre este punto: Camino a La Rioja, discutía con él sobre algo que había dicho Guillermo Vilas y cité como fuente una revista de actualidad no deportiva. “Pato (mi apodo juvenil), si querés ser periodista tenés que leer libros” y enumeró autores, Cortázar, Borges, Bioy...
El me regaló "El sueño de los héroes". En la música escuchaba lo que pocos. Sabía vida, obra y letras de notables, desde Yes al rock Nacional, sin la Rock and Pop, sin revistas, sin webs o blogs. Nunca -hasta hoy- reveló su secreto para nutrirse de tan valiosa información. En ocasión de la muerte de un tanguero famoso -con el país de duelo- Mauri tuvo su frase cuasi-insolente “Mientras no se muera Spinetta (Luis Alberto) no hay problema”. La tarde que el Flaco se fue de gira por el espacio con el Capitán Beto pensé en Fabián, él me llevó a los dos recitales históricos de Invisible en el Luna Park, año 1976. “A esta altura Spinetta es una de las personas que marcó mi vida” me confesó hace años cuando se sumergió en el sueño de rescatar con dignidad a la revista El Gráfico.
Amerita considerar que aún como distinto compartió su sapiencia, generosa virtud.
Entre aquella frase insolente y el pensamiento sutil pasaron décadas y comprobé que Mauri superó la adolescencia rebelde y dejó traslucir a un pensador notable. Creo que hoy tendrá que darme la razón sobre mi tristeza de aquel 1976 por perder nuestro contacto diario en la escuela secundaria.
El minimizó aquella circunstancia dolorosa e inevitable basado en "lo inalterable del tiempo".
Y no tengo dudas de que acepta en silencio que los distintos (él incluído) siempre hacen falta en los equipos de hombres que persiguen metas, utopías o simplemente apuestan a jugar bien.

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